sábado, 9 de junio de 2007

De la Orquesta del Titanic a la Revolución de la Tolerancia

Ponencia Presentada por la Gran Logia del Norte de Colombia en la 43° Asamblea General de CLIPSAS, Celebrada en
Santiago de Chile del 20 al 25 de
Mayo de 2004




Iván HERRERA MICHEL. 33°
Ex – Gran Maestro
Gran Logia Del Norte de Colombia

Muy Respetables Grandes Maestros y Grandes Maestras,
Queridos Hermanas y Hermanos asistentes,

Desde hace unos 400 años, y a partir de su experiencia en múltiples naciones, la Orden Masónica ha venido acumulando una gran experiencia, así como una agregación cultural y filosófica que difícilmente se encuentra en otra institución. Aunque a decir verdad, este acumulado está centrado, en un alto porcentaje, en la cultura occidental ya que los referentes primordiales de las civilizaciones árabes, orientales, africanas y amerindias, entre otras muchas, son realmente ajenos a nuestro acervo doctrinario modernista. Tanto es así, que en muchos de los países de estas regiones la Masonería es vista por amplios sectores de la población nacional como instrumentos históricos de penetración cultural y dominio colonial.

En un contexto globalizado y globalizante, como el póstmoderno que nos tocó en suerte, esta agregación, amalgamada en diferentes dosis a lo largo y ancho de la tierra, constituye en si misma una oportunidad para la eficiencia de la Orden, por cuanto contamos entre nosotros mentalidades abiertas a las nuevas comprensiones y conocimientos, así como una tendencia inercial a la dinámica intelectual.

Más, no podemos olvidar que igualmente encontramos dentro de las Orden Obediencias paralizadas ante la imposibilidad real de asimilar un cambio civilizacional que cada día es más vertiginoso e incontrolable.

Para citar un solo ejemplo de esta dinámica incontrolable, y del tamaño del nuevo escenario de conocimientos en que nos toca actuar, podemos traer a cuento, el que la edición dominical del New York Times contiene más información que la que hubiera podido acumular cualquiera de nuestros antepasados a lo largo de toda su vida, y que existe menos adelantos tecnológicos entre Cristóbal Colón y nosotros que los que existirán entre nosotros y nuestros hijos.

Las tradiciones y corrientes de pensamientos espiritualistas, iniciaticas, esotéricas y metafísicas, de diversas antigüedades y orígenes, que en diferentes medidas se han incorporado a algunas de las formas actuales de concebir la Masonería, y coexisten con la visión racionalista, aportan una óptica que cada vez más esta siendo sobrepasada por la evolución de las formas sociales de la humanidad y están atrayendo cada vez menos librepensadores a nuestras Logias.

No obstante lo anterior, el hecho cierto e incontrovertible, es que desde el siglo XVIII, en que nació la Masonería especulativa, el mundo siguió rodando y la humanidad evolucionando. Darwin Publicó “El Origen de las Especies”, Einstein dio a conocer la “Teoría General de la Relatividad”, se vinieron dos guerras mundiales, se inventó la radio, el televisor, el cine, la computadora, la Internet, el avión, el cohete, las bombas atómicas y las mal llamadas inteligentes, la mujer se igualó al hombre en su desempeño social, el mundo se convirtió en una “Aldea Global”. El hombre llegó a la luna, descifró el genoma humano y se confirmó que somos primos muy cercanos del chimpancés y del orangután, y un poco más lejanos de los arboles, y de todos modos, y literalmente hablando, hechos de la misma materia y la misma energía que las estrellas. El sistema solar está plagado de satélites de exploración, la medicina descubrió las terapias genéticas, las posibilidades terapéuticas de la clonación, las células madres y los transplantes de órganos; los niños de hoy aprenden en las escuelas más cosas, y con muy diferentes enfoques, que las que aprendimos nosotros. Cualquier bachiller de hoy es multilingue, y sabe de espermatozoides, óvulos, SIDA y preservativos, desde la primaria; la homosexualidad es una opción que pertenece al área del libre desarrollo de la personalidad y no una aberración moral. Y además, estudian, como si fuera lo más natural del mundo, disciplinas tan nuevas para nosotros, como la telemática, la robótica y la informática. Y todo esto, en un mundo altamente digitalizado en el que por primera vez en la historia de la humanidad los jóvenes que integran la nueva generación, desde muy temprano, saben mucho mas que la anterior acerca de los más avanzados adelantos tecnológicos y científicos. Es decir, que el futuro nos llegó sin que nos diéramos cuenta y resultó ser mucho más futurista de lo que nos habíamos imaginado.

Realmente, estamos inmersos en lo que los estudiosos consideran la tercera gran revolución de la humanidad, consideradas por el tamaño del impacto en su devenir. La primera se dio en el neolítico cuando el hombre se volvió sedentario y descubrió la agricultura y la domesticación de animales; la segunda se dio en el siglo XVIII cuando se inventó la maquina a vapor, y ahí estuvimos los Masones adecuándonos a los nuevos cambios y liderando los pensamientos progresistas; y la tercera es la que vivimos, caracterizadas por aplicaciones inimaginadas del desarrollo de la ciencia y la tecnología en todos los campos del saber y de la vida cotidiana. Para citar un solo ejemplo de la rapidez con que avanza la ciencia y la tecnología, bástenos con mencionar que de acuerdo con el resultado de una investigación realizada en el año 2003 por la Universidad de California en Berkeley la cantidad de conocimiento en poder del hombre se duplicó entre los años 2000 y 2002. Y la aceleración de este fenómeno determinará que en el año 2020 el conocimiento humano se duplique cada 72 horas.

Tenemos así, una era vertiginosa denominada postmodernidad en la que estamos irremediablemente inmersos. Y muy acertado se encuentra Jorge Valdivia, de la Gran Logia Mixta de Chile, en un articulo de su autoría titulado “Globalización y Masonería”, cuando afirma que “la postmodernidad es una reacción de desencanto hacia los objetivos y promesas no cumplidas por la modernidad, que se ha caracterizado como un amplio fenómeno crítico y disolvente de los valores fuertes del modernismo”. El punto neurálgico, es que los sistemas de valores de la Masonería, en la mayoría de sus formas actuales, está unida umbilicalmente con los de esa modernidad que ahora desencanta. Es decir, que pareciera a simple vista que los Masones de hoy navegamos sobre un Titanic que irremediablemente se está hundiendo.

Frente a los cambios de paradigmas que implica esta dinámica, gran parte de la Masonería, en especial la que se define como Regular, se encuentra en crisis por que no sabe que hacer, y ante la ausencia de competitividad ideológica de su discurso, opta por ensimismarse, y replegarse a la contemplación pasiva del ideario que animó a los grandes hombres del pasado, echándole la culpa de su falta de elasticidad y progresismo a los 25 Landmarks de Mckey, o a cualquier otro listado de Landmarks, o circunstancia tradicional. En consecuencia, el número de sus iniciaciones disminuye y los miembros abandonan las Logias. Unos, por saturación; otros, por la búsqueda de nuevos retos intelectuales más acordes con las nuevas sensibilidades y comprensiones; unos más, por quebrantos de salud; y otros, finalmente, por pasar al Oriente Eterno. Y unos más, por que no decirlo, no saben como explicar a sus allegados las exclusiones y anacronismos de una institución a la que han ingresado pensando que era progresista.

Hace tan solo unos 15 días, aquí mismo en Santiago de Chile, se reunió la VII Conferencia Mundial de Grandes Logias Regulares bajo la premisa expresa de que ningún Masón introdujera en sus trabajos un tema polémico, y se designó para tal efecto un comité de censura previa para las ponencias. Es la orquesta del Titanic, tocando con flemática dignidad en medio del naufragio.

Frente a este orden de ideas, la importancia de la Orden para la sociedad, y la de la contribución de sus Logias, debemos ubicarla en su capacidad de actuar como receptáculo común para diferentes formas de pensamiento e ideologías, y en la disciplina de la Tolerancia que ella exige como requisito para el encuentro de lo diferente.

Y aquí entra la cuestión de la dicotomía que se presenta entre los Masones que desean conservar intacto el modo antiguo de entender la Tolerancia, limitado a lo político y a lo religioso, que ya no alcanza a ser suficiente para los nuevos lideres sociales, y los Masones que reclaman una nueva lectura moral del concepto de Tolerancia con el fin de extenderlo a las diferentes sensibilidades postmodernas, o a lo que Javier Otaola llama con acierto “las grandes cuestiones morales, políticas e ideológicas del siglo XXI que van a afectar a nuestro entendimiento del sujeto humano y, por lo tanto, de la sociedad”.

Un Chileno extraordinario, Pablo Neruda, en el año 1971, al recibir el Premio Nobel de Literatura, dijo en Estocolmo algo de la poesía que perfectamente se puede afirmar de la Masonería. Para este efecto, nos vamos a permitir parafrasearlo de la siguiente manera: ”... ningún Masón (Neruda decía “poeta”) tiene más enemigo esencial que su propia incapacidad para entenderse con los más ignorados y explotados de sus contemporáneos; y esto rige para todas las épocas y para todas las tierras”.

No obstante lo anterior, la Masonería también cuesta con fortalezas a partir de la utilización idónea de las herramientas de la postmodernidad. Hoy en día, la utilización de la Internet le está construyendo a la Orden un nuevo imaginario colectivo, uniendo muchas memorias fragmentadas, que antes tan solo constituían tradiciones locales o regionales de limitados alcances. De este fenómeno, indudablemente, está surgiendo una nueva conciencia de lo Masónico y de sus desafíos y oportunidades, tanto en los espacios progresistas y liberales, como en los regulares, que servirán de incubadora a las nuevas acciones.

Queridos Hermanos y Hermanas:

Cualquiera que sean las orientaciones que estamos viendo desaparecer y surgir al interior de la Orden, lo que sí está claro es que los Masones no tenemos la capacidad absoluta de cambiar la sociedad en que actuamos para adecuarla enteramente a nuestros sueños. Y esto no está mal, puesto que la Masonería, entendida como una institución que gira alrededor de un eje central que es la tolerancia, no nos propone que adoptemos un sistema de ideas determinados sino que nos invita a no imponer a nadie nuestro particular sistema de ideas. En realidad, hoy son mucho más funcionales para las transformaciones sociales los partidos políticos, las ONGs, la opinión pública y los factores económicos de poder. Lo importante, es que tenemos que vivir dentro y de acuerdo con la diversidad que existe, con absoluta responsabilidad individual, social y de especie. Esta es la cuestión principal.

Hoy observamos novedosas formas asociativas de la Masonería Liberal, el CLIPSAS que nos congrega y el Forum R.E.F.O.R.M., con sede en Alemania, son apenas dos ejemplos muy conocidos. Su presencia es fuerte en la Internet, y el fácil acceso a sus reflexiones son la principal amenaza para la Masonería tradicionalista y dogmática, que ve como las ideas Masónicas que conocemos como progresista se mencionan y discuten en sus Logias con mayor frecuencia.

Ahora bien, si asumimos la debida perspectiva histórica vemos como la Masonería especulativa (muy por el contrario a lo que sucede en muchas de nuestras Masonerías actuales, que basan su presentación en las imágenes del pasado) en sus primeros 300 años, es decir, más o menos de 1600 a 1900, se presentaba ante la crítica profana de los intelectuales a partir de las ejecutorias contemporáneas de algunos Masones particularmente activos en sociedad, ya sea en lo político, lo científico, lo artístico y hasta en lo deportivo. La Masonería, para aquellas épocas, se encontraba inmersa en una revolución cultural de la Tolerancia, que aún se haya inacabada, y que está lejos de ser ganada. A ciencia cierta, ni siquiera la hemos ganado al interior de la Orden.

Queridos Hermanos y Hermanas:

A decir verdad, es muy difícil de culminar esta revolución de la cultura de la Tolerancia frente a lo diferente, que hizo suya la Masonería hace ya casi 4 siglos, pero la sociedad y la Masonería si va a ganar muchísimo, en la práctica, si cada Obediencia y cada Masón en particular, en esta era de definiciones postmodernista, la intenta en la medida de sus posibilidades. ... O en palabras de Albert Camus, se dedican a “inventar en el planeta una paz que no sea la de la servidumbre”.

He aquí una manera de ir de la teoría a la practica.

Muchas Gracias,

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