martes, 31 de enero de 2012

EL CINCEL


Por Iván Herrera Michel


Existen varias clases de cincel: para trabajar la madera, para cortar metales a altas y bajas temperaturas, para ser usado en demolición, y para un largo etc., de modalidades manuales, hidráulicas y mecánicas.

Sin embargo, la Masonería tomó el utilizado por los canteros de los gremios de constructores del renacimiento para cortar, ranurar y desbastar las piedras recién extraídas de las canteras, caracterizado por una hoja ancha y plana en un extremo que se golpea con un mazo desde el otro, para desprender las tosquedades y hacerla apta en la construcción de edificios.

En la Masonería no se emplea el cincel en la búsqueda de trasformar una piedra bruta en una obra artística plástica o apta para el goce estético, sino con el fin de hacerla útil en la construcción de un edificio acorde con un conjunto de principios morales, lo cual exige más una técnica y una geometría que un arte, pero siempre un interés trascendente.

Quiere el lenguaje Masónico, que el cincel de piedra simbolice el empleo inteligente de la voluntad, representada en un mazo que lo golpea e impulsa, pero que no lo dirige ni guía. Es decir, que el cincel y el mazo en acción simbolizan la voluntad conciente y soberana utilizada de manera sutil.

Esta sutileza metafórica debe estar clara en el método Masónico: es la inteligencia, la que conduce y aplica en el lugar adecuado la fuerza voluntaria y medida, en una labor conjugada que persigue refinar la aspereza adecuada de la mejor manera. Es la inteligencia, la encargada de poner en contacto nuestra energía en acción con la realidad a modificar.

Según los entendidos, la inteligencia humana implica un pensamiento abstracto. A su vez, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la define como la capacidad para entender, comprender y resolver problemas, y los sicólogos la encuentran muy cercana a nuestra propia capacidad de percepción y de ser receptor de información, así como con el poder memorizarla.

Esta capacidad de pensamiento abstracto está determinada, por lo menos, por factores hereditarios y ambientales. Así como por los hábitos de vida. Por su lado, el profesor de Harvard, Howard Gardner, que ganó prestigio mundial por sus trabajos sobre lo cognitivo, planteó en 1983 su teoría de las inteligencias múltiples, que pretende que hay personas con una gran capacidad intelectual para una cosa y no para otra.  Por ejemplo: Einstein fue un genio inigualable en física teórica, y al mismo tiempo un completo torpe al momento de establecer lazos familiares, y Mozart, podía componer una sinfonía a los 6 años, pero lo más probable es que se sacaría un ojo obteniendo las raíces cúbicas de un número.

En este orden de ideas, el equipo de investigaciones de Harvard, liderado por Howard Gardner, ha identificado ocho clases de inteligencia: lingüística, lógica – matemática, espacial, musical, corporal cinética, intrapersonal, interpersonal y naturalista. Cada una de ellas, relacionada con unas determinadas características biológicas, unas habilidades propias y unas capacidades específicas, aunque presentes en todos los seres humanos en diferentes medidas. Sin contar con la famosa Inteligencia Emocional, popularizada por Daniel Coleman en 1995, según la cual podemos reconocer y manejar sentimientos con mayor o menor capacidad personal, crear motivaciones y encargarnos de las relaciones.

Visto lo anterior, es claro que existen diferencias individuales al momento de aproximarnos colectivamente al tallado de la Piedra Bruta en el método Masónico, por lo que es apenas natural, que la labor no se presente de la misma forma para todos.

Ese conjunto de rasgos personales que diferencian a un Masón de otro, es lo que no permite que pretendamos hacer de la Orden una sociedad de genios, a la manera de MENSA, una organización internacional fundada en Inglaterra en 1946, que hoy agrupa unas 110.000 personas con una inteligencia superior al 98% del resto de la humanidad, en la que, entre muchos otros nombres conocidos, han militado Stephen Hawking e Isaac Asimov.

Por el contrario, la Masonería es una asociación de hombres y mujeres “normales”, libres y de buenas costumbres, a quienes se les ha aceptado como Aprendices sin exigírseles previamente una prueba sicológica sobre sus facultades intelectuales, ya que se entiende que la posibilidad de construcción Masónica es inherente a la sola presencia de la dignidad humana, administrada libremente, con deseos de mejorarse a sí mismo y a sus semejantes, a partir de su propia realidad cualquiera que ella sea.

Esta singularidad Masónica de inteligencia activa y autónoma, simbolizada en el cincel que desbasta inteligentemente la irregularidad que nosotros mismos hemos escogido de nuestra propia Piedra Bruta, posibilita que cada Masón según sus alcances, disminuya la incertidumbre y aumente las probabilidades de éxito de su proyecto constructivo, en una orquestación colectiva que finalmente debe edificar el gran templo de la humanidad.

Como bien lo dijo el filósofo Nicolai Hartmann, “la inteligencia es la función que adapta los medios a los fines”. Y en el mundo real, cada quien cuenta con sus propios medios diferentes a los de los demás.

Y además, sueña sus propios sueños.




sábado, 14 de enero de 2012

EL MAZO


Por Iván Herrera Michel

El Mazo es una herramienta manual que se usa en la construcción para golpear directamente, o por intermedio de otro instrumento, un material con el fin de producir un determinado efecto en él.

En la Masonería, se usa la figura del mazo que golpea un cincel para simbolizar la voluntad y la fuerza material aplicadas a la desbastación de las asperezas de la propia Piedra Bruta en el afán de convertirla en Pulida y apta para la construcción de nuestra mejor forma de ser.

Es una acción que se sugiere que no se ejerza por reflejo o hábito, sino que, por el contrario, comprometa la capacidad libre del Masón de autodeterminarse y pasar a la gestión elegida. Una acción, que en términos aristotélicos, conlleva opción, decisión, transformación de la realidad y creación.

Es decir, que el mazo le simboliza al Masón su potencial para estimular su conducta, impulsándola hacia un destino previamente autodecretado, de acuerdo con su moral personal y su ética social.

Esta voluntad, independiente de cualquier imposición externa, presupone la existencia de dos o más opciones viables, y el tomar un camino con base en una decisión pensada o deliberada que no sea mecánica ni automática. En este contexto, Nietzsche afirmó que la voluntad supone una competencia y una lucha entre una parte de nosotros mismos contra otra.

La voluntad conciente precede a la acción, y por eso podemos detenerla desde las ideas antes de ponerla en movimiento. Es la fuerza deliberada de nuestros pensamientos, con pleno y responsable conocimiento de las causas y sus efectos, y con control absoluto sobre sí mismo.


La volunta conciente del Masón, requiere renuncias y expiaciones, así como el obligarse desde un principio a hacer cosas que le cuestan, a organizar un plan de vida, a aplazar el placer, a administrar sus pasiones y a jerarquizar sus valores. Y por último, a entrar en acción en la dirección resuelta.

La destreza de un Masón para el uso del mazo requiere concentración, disposición, consistencia y tenacidad en el seguimiento de un ideal hasta alcanzar el resultado propuesto. También demanda medida y certeza en el golpe, en una tarea que exige cuidado, ya que el real fin de la voluntad Masónica es obtener una victoria sobre nosotros mismos, para, a partir de allí, construir una vida que nos agrade.

Mucha fuerza en el golpe con el mazo puede estropear la obra, y muy poca, hacer ineficaz el trabajo. De igual manera, un golpe errado puede malograr el resultado deseado.

De allí, la necesidad del Masón de dominar los impulsos de su voluntad, en el afán de ser responsable de su desarrollo personal y dueño de su devenir, en una tarea que exige mucho cuidado y no poca destreza.


domingo, 1 de enero de 2012

DE LA VIEJA Y TERCA COSTUMBRE DE LA MASONERÍA DE IR AL COMPÁS DE LOS TIEMPOS


Por Iván Herrera Michel

Tomado de la revista CULTURA MASÓNICA N° 10, enero - marzo 2012, ( http://www.masonica.es/revista-cultura-masonica/164-revista-cultura-masonica-10.html )


Se espera que para el año 2018 el cincuenta por ciento del mercado laboral de los países desarrollados esté constituido por miembros de la llamada Generación Digital (Digital Natives o Generación Me), y no creo que sean muchos los Masones que consideren que las Logias se escaparán de semejante irrupción, u opinen que la Orden debe retirarse a un castillo sobre la cumbre de una montaña de cristal ubicada al final del mundo, como hicieron “Los Siete Cuervos” de los hermanos Grimm.

Sin embargo, y a pesar de que a los nacidos antes de 1980 nos asalta el temor de que cueste más concentrarse mientras más abunde la información, la generación más conectada e informada de todos los tiempos no va a cambiar sus hábitos por el solo hecho de haberse Iniciado en una Logia Masónica. Es de esperar, que en la era de Google, Amazon y Facebook ella traerá a la Orden las herramientas que importan, y nosotros habremos de lidiar con novedosos comportamientos y expectativas.

Al estar estos nuevos Masones acostumbrados a roles más libres y horizontales, el intentar controlarlos con una lupa y un cordel es un craso error al momento de acercar las diferentes mentalidades. Por ende, la jerarquía Masónica, si no desea quedarse sola con su oropel, deberá revestirse de información idónea, argumentos válidos y disposición para escucharlos realmente, ya que ellos valoran más el conocimiento que la experiencia y son dados a comparar las fuentes. Consideran que tiene más conocimiento útil un joven de 28 años con un Doctorado, que un “viejo” de 50 con 25 años de experiencia.

Las cosas han cambiado mucho desde que alrededor de 1450, Gutenberg, para ganar una apuesta, inventó la imprenta de tipos móviles. 530 años después, en agosto del año 1981, la empresa IBM presentó en público, en el Hotel Waldorf Astoria de Nueva York, el primer computador personal con un precio de US$1.565 que exigía un monitor que había que comprar separado. Ese día se inició una nueva etapa para la humanidad con un potencial difícil de pronosticar por ahora, y yo estoy convencido de que estos últimos treinta años representan solo la primera ola del tsunami que se nos vino encima.

Ya han transcurrido muchos siglos desde que la humanidad solucionó al problema de resguardar y divulgar en el tiempo y en el espacio sus creencias y conocimientos. Igualmente, ya han paso más de tres milenios desde la aparición, en lo que hoy es Irak, del Poema de Gilgamesh, la narración escrita de mayor antigüedad que conocemos. Desde entonces el libro, como solución efectiva para esa necesidad comunicativa, ha tenido cinco importantes innovaciones: de la tablilla de barro pasó al rollo de papiro, luego al códice de madera, de allí a la impresión de Gutenberg, y ahora al e - book.

Cada uno de estos inventos produjeron en su tiempo una revolución cultural que, más allá de impactar a la sociedad con la difusión de una mayor cantidad de información (que de por sí, fue importante), arrojó una transculturización invasiva de nuevas perspectivas que afectó las identidades anteriores, creando novedosos valores generacionales. En consecuencia, se variaron las características de los grupos sociales. Hoy en día, no existe un modelo asociativo, cualquiera que sea su finalidad, Iniciático o no, que pueda abstenerse por mucho tiempo de estar en los medios digitales.

Ahora es posible observar con facilidad los efectos de la revolución cultural que generó la imprenta en cinco siglos, así en lo personal gustemos también de admirar los textos manuscritos anteriores con sus hermosas representaciones. Pero ¿Son suficientes 30 años de la vertiginosa vida moderna para calcular el impacto de la tecnología informática? o ¿Habrá que esperar un tiempo prudencial mayor para tener la perspectiva adecuada sobre lo que representa la tecnología y las redes sociales para la Masonería?

Por lo pronto, es fascinante constatar los cambios irremediables que ya ha generado la tecnología informática en nuestras vidas, en nuestros trabajos y en nuestros grupos sociales, a partir de lo que les podemos contar los de la “vieja guardia” a nuestros hijos acerca del mundo en el que vivimos nuestra niñez y adolescencia. Es un lugar común escuchar que entonces éramos muy felices correteando sin celulares, sin jugar fútbol en 3D, sin Iphone, sin Facebook, y de cómo el “cara a cara” ofrecía un sabor humano que hoy no sentimos en los chats, pero el hecho real es que ellos son muy felices con estas novedades y pertenecen a un contexto que posee sabores y colores propios.

A la Generación Digital, que ya está ingresando a la Masonería, le gusta poseer un espacio propio para ser creativa. Está acostumbrada a compartir información, la tecnología informática le regala significados distintos según sus necesidades y momentos de vida, y le ha desarrollado su crecimiento y su personalidad. Ni siquiera imaginan como se podía contar antes con tan poca información. Las enciclopedias y las bibliotecas de hace 40 años eran infinitamente más limitadas que lo que ofrece la Red en estos días, quedaban más lejos y había que hacer un curso para llevarse un libro para leerlo en casa. Y ni hablar de prestar a alguien un libro Masónico.

Hoy, desde los más jóvenes hasta los más viejos están contando con mayores posibilidades de conocer otras opiniones para construir la propia, y eso brinda la oportunidad de que podamos ser más plurales e incluyentes, y, en el caso de la Masonería, la nueva generación entiende de manera natural que las relaciones entre las estructuras Obedienciales y los Masones de a pie deben ser estrechas, trasparentes y horizontales.

Y, entre otras cosas, ¿No es eso lo que siempre se ha pedido?

Hoy valoramos mucho las cualidades de la rancia Masonería presencial tal como la conocimos cuando nos Iniciamos, pero ¿Qué pasará cuando la realidad virtual entre de lleno en la Logia? ¿Nos saldremos nosotros?

He sabido de experiencias Masónicas, que, apoyadas en el Internet, en video beam, y en otros aparatos electrónicos, se vienen presentando desde hace algunos años, tales como Tenidas virtuales, incorporación de hologramas, proyección de símbolos en las paredes, y quien sabe que cosas más.

Al parecer, ya está entrando la realidad virtual en la Orden sin que la mayoría perciba el fenómeno, y, naturalmente, no me refiero a la tecnología que se ha empleado para cambiar el órgano tubular de la Columna de la Armonía por un reproductor de CD (o un parlante de Ipod), o para usar micrófonos en vez de proyectar la voz por todo el recinto, o para usar bombillos eléctricos en vez de velas, o para usar aparatos de aire acondicionado para regular la temperatura de la Logia, o para leer Planchas en un Tablet en vez de hacerlo en una hoja de papel, o para que las citaciones a las Tenidas en vez de hacerse por tarjetas impresas se hagan mediante grupos web.

Ahora se trata de ir más allá: de extender los límites materiales de la Logia, de concebir rectángulos tan amplios como lo virtual lo permita, de trascender con mayor amplitud el tiempo, el espacio y los horarios, y de concebir una Logia universal de este a oeste, de norte a sur, y del cielo al centro de la tierra, en la que se pueda viajar de occidente a oriente, uniendo de paso lo que está muy disperso por el mundo

¿No es acaso esto lo que se enseña desde los mismos inicios de la Masonería moderna?

Indudablemente, los atrevimientos tecnológicos vendrán solos y el método Masónico, sin cambiar su condición ordenada y sistemática, se adaptará a los nuevos accidentes sin afectar su núcleo duro, de tal forma (de eso estoy seguro) que lo veremos practicarse válidamente… hasta sin la presencia física de los Masones que intervienen en las Tenidas!!.

En lo personal, y aunque como le dijo Steve Jobs a la Revista Newsweek, 2011, “cambiaría toda mi tecnología por una tarde con Sócrates”, espero no perderme de una de esas Tenidas virtuales, en las que antes, durante o después, seguramente contaré como eran las cosas “en mi época”. Por que también en el futuro será importante que la tradición oral transmita eso que el historiador y antropólogo Jan Vansina define como "mensajes verbales que reportan conocimientos del pasado al momento presente".

He conocido la resistencia que tienen algunos Masones a la vinculación de la tecnología informática a la Masonería, pero yo, para ser sincero, solo observo que en este campo, estamos, una vez más, en presencia de la vieja y terca costumbre de la Orden de ir al compás de los tiempos, sin transformar su esencia en lo fundamental.

Y también he notado, que todo está sucediendo, como diría Erich María Remarque, "en un día tan tranquilo y calmado, que el informe del ejército se limitó a la frase: sin novedad en el frente".