sábado, 14 de junio de 2014

CULMINA EL CULEBRÓN MASÓNICO FRANCÉS

Y deja una tarea pendiente

           
Por Iván Herrera Michel
             


Con la decisión unilateral de restablecer las relaciones con la Gran Logia Nacional de Francia, anunciada el 11 de junio de 2014 por  parte de la Gran Logia Unida de Inglaterra, parece languidecer luego de casi tres años el culebrón que comenzó cuando le retiró el “reconocimiento” en una clara injerencia en sus asuntos internos, que hubieran podido tramitarse en los tribunales de justicia Masónicos o en la próximas elecciones para Gran Maestro.
                 
Todo hubiera quedado allí y el tema no pasaría de ser uno más de la diplomacia de las Grandes Logias de la amistad anglosajona, sino fuera porque el 10 de junio de 2012 la Gran Logia de Austria, la Gran Logia Regular de Bélgica, la Gran Logia de Luxemburgo, la Gran Logia Alpina de Suiza y una coalición de cinco Grandes Logias germanas fundada en 1958 denominada “Grandes Logias Unidas de Alemania”, se dieron el lujo de meter mano en el panorama Masónico francés firmando la “Declaración de Basilea” por la cual invitaron a la Gran Logia de Francia a romper relaciones con la mayoría de los Masones y Masonas de su país y a subordinarse a la Gran Logia Unida de Inglaterra.
               
El caso podría haber sido uno eminentemente francés, pero se implicaron un buen número de Grandes Logias norteamericanas y de Europa (de las autodenominadas “regulares”), con la intención de dejar sentado que la subordinación a Londres es lo más Masónico que puede existir en el mundo de la diplomacia internacional. 
               
Tres días después del restablecimiento, el 14 de junio de 2014,  la Convención de Delegados de la Gran Logia de Francia aprobó con el 78% de los votos, “establecer vínculos con las cinco Obediencias signatarias de la Declaración de Basilea”. Lo que en la práctica no deja de ser un insubstancial pataleo de ahogado, porque nadie espera en su sano juicio que vayan a perder la amistad de Londres relacionándose con la Gran Logia de Francia.
                  
Lo importante aquí para todos, es que siempre estuvo sobre el tapete la subordinación que, en nombre de una “regularidad” definida a partir de preceptos norteamericanos y Landmarks ingleses, se ha impuesto en todos los continentes con graves consecuencia para la Orden.   
              
Por lo tanto, si algo deja claro la tirantez Londres –  París de estos tres años, es que una vez más estamos frente a la necesidad de asumir con responsabilidad uno de los más grandes retos institucionales que tiene la Masonería hoy en día:
                 
-       Establecer un organismo multilateral, legítimo e idóneo, que garantice, en plena pluralidad y aceptando las diferencias, la condición mínima que debe cumplir una organización para poder ser llamada con propiedad “Obediencia Masónica”, alejándonos de una vez por todas de los “Vaticanos” de la Orden.
                      
La importancia de un régimen plural y calificado de certificación basado en la solvencia Masónica es imprescindible, ya que la deriva Masónica de tres siglos de deambular por épocas, geografías e ideologías ha ido generando Grandes Logias cuyo accionar no corresponden a la tradición ni al método Masónico y en ocasiones han reemplazado leyendas y alegorías propias por imaginarios ajenos. 
                   
Lo primero que aprende quien tenga un mínimo de experiencia en relaciones interobedienciales, es que siempre hay que tener cuidado y saber dónde pisar.