lunes, 4 de julio de 2016

DEL CONSERVADURISMO Y EL LIBERALISMO MASÓNICO

UNA MIRADA NEUROLÓGICA
               
Por Iván Herrera Michel
                      
La ciencia está arrojando luces insospechadas sobre el origen de nuestras decisiones, y parece ser que la moral humana tiene un componente evolutivo ligado al comportamiento social que se manifiesta en la conducta en las Logias Masónicas. La especie humana evolucionó en grupos pequeños en donde la coerción era fundamental, y es posible que esta circunstancia metaobedencial explique la distribución tribal de la Orden en familias conservadoras y liberales.   
                           
Un ejemplo que siempre me causo interés, sucedió durante mi época de Director fundador de los primeros 35 números de las revistas escritas trimestrales “Plancha Masónica” (2000 – 2008) y miembro fundador del Comité de Redacción de "El Misionero", durante sus primeras 65 ediciones (1992 – 2008), cuando a mi residencia llegaban cumplidamente algunos Masones en su búsqueda, solicitándome de paso que les guardara el secreto porque en su Obediencia estaba prohibido leerlas. Censura similar han sufrido en algunos espacios internos y externos de la Orden mis libros y artículos publicados en papel, sitios webs o en este blog.
                  
Las prohibiciones se han extrapolado a comunidades virtuales interactivas, y las razones siguen siendo las mismas: es indebido compartir escritos de un Masón de otro sector de la Masonería. Y ni hablemos de circular en algunas de ellas la Plancha de una Masona. Es como si Anderson hubiera redactado un séptimo punto en la segunda parte de sus Constituciones de 1723, sobre los deberes de los Masones, titulado “Cuando los hermanos se reúnen en internet” que elevado a Landmark prohibiera este desenvolvimiento integral de la fraternidad Masónica.
                                 
Son ecosistemas Masónicos cerrados, del tipo burbujas, que muestran un espectro autista (del griego auto: que actúa sobre sí mismo, e ismo: tendencia, proceso) que afecta negativamente la capacidad de comunicación de un Masón con otros Masones y/o Masonas, por su permanente obsesión en seguir rutinas doctrinales específicas y en redundar en consignas repetitivas. Hay quienes encuentran en este adoctrinamiento un espacio coherente con su pensamiento conservador y el que termina haciendo mutis por el foro alejándose de los Talleres. Un bálsamo frente a estos últimos consiste en asegurarles que pronto cambiarán las cosas aunque tarde o temprano caigan en cuenta que el cambio se demora mucho y que el dialogo entre una funcionalidad conservadora y otra integradora de la diferencia es muy difícil.
                       
En lo macro, se acostumbra mirar con una óptica geopolítica el bloque tectónico que constituyen las Obediencias militantes en la “regularidad” anglosajona. No obstante, en lo micro encontramos mentalidades individuales que marcan diferencia e impulsan el proceso hacía el inmovilismo, que hay que mirar con una óptica sicológica adicional. Me explico:
                                   
Una investigación adelantada por el Dr. Ryota Kanai, del Institute of Cognitive Neuroscience de la University College London, con 90 voluntarios sanos sobre su orientación política, publicada en la revista Current Biology en el mes de marzo de 2011, concluyó que existen diferencias sustanciales en los estilos cognitivos y funcionales de liberales y conservadores relacionados con sus posiciones sicológicas que reflejan influencias genéticas e interacciones con factores ambientales originados en una parte del córtex. El resultado del estudio asoció un mayor liberalismo con un aumento de volumen de la materia gris en la corteza cingulada anterior, mientras que un mayor conservadurismo mostró un aumento del volumen de la amígdala derecha. Al parecer, se evidencia “una mayor capacidad de los liberales para hacer frente a la información conflictiva, y una mayor competencia de los conservadores para reconocer una amenaza.”
                                         
Adicionalmente afirma el Dr. Kanai que "no queda claro si la estructura del cerebro determina la actitud política o es al revés. Por lo tanto hay que ser precavido antes de interpretar la relación de causalidad. En estas estructuras se encuentran reflejados rasgos de personalidad tales como la sensibilidad al miedo o a la incertidumbre, que a su vez contribuyen a la formación de declinaciones políticas".
                                    
Paralelamente, para la misma época la revista 'Science' publicaba un estudio que constataba que “aquellos cuya fisiología responde más intensamente a las amenazas (a través de la visualización de imágenes o exposición a ruidos) eran más conservadores, con actitudes políticas tendentes a la protección del Estado o la defensa de la pena de muerte. Por el contrario, los menos afectados por la intimidación tienden a empatizar más con los inmigrantes o a rechazar la pena de muerte.”
                           
En términos prácticos, y alejados del lenguaje científico, lo anterior significa que hay una correlación entre la estructura del cerebro y los mecanismos sicológicos que median en nuestras decisiones.
                                   
Ya en la Orden, si a esta base biológica le sumamos una decidida manipulación u omisión de la información, verdades a medias, propagación de rumores, descontextualización y reduccionismo, sumados a un sistema autoritario de premios y castigos, tendremos con los Masones que permanezcan un largo periodo en los Talleres un universo autista, que en lo macro termina sirviendo para sustentar los vaticanismos políticos que existen en la Orden.
                        
Pero no debe ser esta condición una motivación para la hostilidad mutua, sino para reconocer que la forma de ser de una Masonería no es una versión deteriorada de la otra, y que cada una tiene para sus miembros un valor y un sentido profundamente arraigado en su conducta y en los desafíos que enfrenta una persona para estar bien regulada emocionalmente.